Los diálogos es uno de los recursos narrativos que más cuesta dominar. A continuación damos algunos consejos que te ayudarán a hacer hablar a tus personajes de manera correcta:
1. La voz del personaje debe ser la suya, no la tuya
La voz con la que hable un personaje deberá ser la suya propia, y no la
del escritor. Así, si el personaje que habla es un niño, deberá
expresarse como lo hacen los niños, con frases sencillas y mostrando una
cierta inocencia. En cambio, si el personaje es, por ejemplo, un pirata
curtido, se expresará de una manera muy distinta:
—No, yo no —dijo Silver—. Flint era el
capitán; yo era solamente su cabo, ¡qué podía ser con mi pata de palo!
El mismo cañonazo que dejó ciego a Pew se llevó mi pierna. Fue un
excelente cirujano el que terminó de cortármela, sí, con título y todo, y
sabía hasta latín... Aunque eso no le salvó de que lo colgaran como a
un perro y lo dejaran secándose al sol, como a todos los demás, en Corso
Castle. La gente de Roberts... Todo les vino por mudarles los nombres a
sus barcos, cuando les pusieron Royal Fortune y otros nombres así. Como
si se pudiera cambiar el nombre de un barco.
—No, yo no —dijo Silver—. Flint era el
capitán; yo era solamente su cabo, ¡qué podía ser con mi pata de palo!
El mismo cañonazo que dejó ciego a Pew se llevó mi pierna. Fue un
excelente cirujano el que terminó de cortármela, sí, con título y todo, y
sabía hasta latín... Aunque eso no le salvó de que lo colgaran como a
un perro y lo dejaran secándose al sol, como a todos los demás, en Corso
Castle. La gente de Roberts... Todo les vino por mudarles los nombres a
sus barcos, cuando les pusieron Royal Fortune y otros nombres así. Como
si se pudiera cambiar el nombre de un barco.
2. El personaje debe hablar según la situación en la que se encuentre
Las voces de los personajes no sólo deberán ser distintas entre ellas,
sino que un mismo personaje deberá expresarse de manera diferente según
la situación en la que se encuentre en el momento de hablar. Así, si
está cenando tranquilamente en un restaurante, podrá hablar con calma,
dar detalles, aclarar... En cambio, si está en medio de una batalla, no
tendrá tiempo para explicaciones, y deberá limitarse a dar indicaciones
rápidas a sus compañeros.
—¡Salgamos, muchachos! ¡Fuera todos! —gritó el capitán—. ¡Vamos a luchar a campo abierto! ¡Los machetes!
3. El personaje debe hablar según el interlocutor al que se dirige
—¡Salgamos, muchachos! ¡Fuera todos! —gritó el capitán—. ¡Vamos a luchar a campo abierto! ¡Los machetes!
También deberás tener en cuenta la audiencia. Si el personaje le está
hablando a un amigo, su tono será relajado. Si se dirige a un superior,
se expresará de manera formal. Y si le habla a un niño, su forma de
expresarse será otra.
—Y ahora, señor —continuó el doctor—, puesto
que no ignoro su desagradable presencia en mi distrito, podéis estar
seguro de que no he de perderos de vista. No sólo soy médico, también
soy juez, y, si llega a mis oídos la más mínima queja sobre vuestra
conducta, aunque sólo fuera por una insolencia como la de esta noche,
tomaré las medidas para que os detengan y expulsen de estas tierras.
Basta.
4. El personaje no debe decir aquello que no necesita decir
—Y ahora, señor —continuó el doctor—, puesto
que no ignoro su desagradable presencia en mi distrito, podéis estar
seguro de que no he de perderos de vista. No sólo soy médico, también
soy juez, y, si llega a mis oídos la más mínima queja sobre vuestra
conducta, aunque sólo fuera por una insolencia como la de esta noche,
tomaré las medidas para que os detengan y expulsen de estas tierras.
Basta.
Los personajes nunca deben informar directamente al lector de algo. Sus
palabras deben salir de ellos mismos, es decir, estar motivadas por una
necesidad de comunicar algo a sus interlocutores en la ficción, y no
hablar para que el lector sepa aquello que necesita saber. El autor debe
hacer decir a los personajes lo necesario para que el lector pueda
seguir el desarrollo de la historia, pero debe hacérselo decir de manera
que no parezca forzado.
—¡Cuándo! ¡Por todos los temporales! —gritó
Silver—. Bien, pues, si quieres saberlo, te lo voy a decir. Será lo más
tarde que pueda. Entonces será el momento. Tenemos a un marino de
primera, al capitán Smollett, que está gobernando y bien nuestro barco;
están el hacendado y el doctor, que guardan el plano... ¿sabemos acaso
dónde lo esconden? No lo sabemos ni tú ni yo. Así que pienso que lo
mejor es dejar que el hacendado y el doctor encuentren el tesoro para
nosotros, y cuando ya lo tengamos a bordo, ¡por todos los diablos!,
entonces ya veremos. Si yo tuviera confianza suficiente en vosotros,
malas bestias, dejaría que el capitán Smollett nos llevara hasta medio
camino de regreso, antes de dar el golpe.
Los textos pertenecen a la La isla del tesoro, de Robert L. Stevenson.
—¡Cuándo! ¡Por todos los temporales! —gritó
Silver—. Bien, pues, si quieres saberlo, te lo voy a decir. Será lo más
tarde que pueda. Entonces será el momento. Tenemos a un marino de
primera, al capitán Smollett, que está gobernando y bien nuestro barco;
están el hacendado y el doctor, que guardan el plano... ¿sabemos acaso
dónde lo esconden? No lo sabemos ni tú ni yo. Así que pienso que lo
mejor es dejar que el hacendado y el doctor encuentren el tesoro para
nosotros, y cuando ya lo tengamos a bordo, ¡por todos los diablos!,
entonces ya veremos. Si yo tuviera confianza suficiente en vosotros,
malas bestias, dejaría que el capitán Smollett nos llevara hasta medio
camino de regreso, antes de dar el golpe.
Puedes leer más sobre la técnica de los diálogos.
Este material pertenece al curso de novela que imparte César Sánchez.
Propuesta de trabajo
UNA PRÁCTICA SOBRE EL DIÁLOGO
Objetivo
de este ejercicio: Nos guste o no, el dinero es una de las fuerzas
más dinámicas que hay. No sólo en la economía, sino también en la
ficción. De modo que hablar del vil metal ayudará a crear diálogos ríspidos,
subidos de tono y, en consecuencia, bien atractivos.