Para enfrentarte a la creación de uno o varios personajes de ficción lo mejor es partir de uno mismo. Piensa que el personaje de una novela, cuento u obra literaria a quien más se debe parecer es a los propios seres humanos. Por eso lo más normal es que tenga virtudes y defectos, aunque, por supuesto, en tu historia sobresaldrán más unos que otros. Estos, junto con sus gustos, sus decisiones, manías, etc. lo convertirán en un personaje que se distinga de otros, aunque se parezca a ellos.
Un personaje literario va forjando su propio destino a través de la narración haciendo que avance la acción y, para ello, el escritor tiene que preguntarse y responder constantemente por qué:
- ¿Por qué le pasa esto a mi personaje?
- ¿Por qué reacciona así?
- ¿Por qué piensa de este modo?
Si te haces estas preguntas y las respondes basándote en tu propia experiencia y conocimiento del mundo habrás conseguido que “tus criaturas” sean verosímiles.
Cuando ya tengas al personaje y sepas lo que le pasa, lo que le va a ocurrir y cómo le afectará esto, no te olvides de describirlo. Acuérdate de que hay varios tipos de descripción:
- Física (prosopografía) y psicológica (etopeya)
- También podemos describir a los personajes de una forma objetiva o de una manera subjetiva. Elige la que mejor te sirva para lo que quieres contar.
Aquí tienes dos ejemplos de descripción: la primera pinta a los personajes física y psicológicamente añadiendo la subjetividad del narrador; la segunda pretende ser más objetiva y vuelve a sumar lo psicológico a lo físico.
a) Estaba rodeado de cretinos. En serio. En la mesa de la izquierda, casi encima de mis rodillas, había una pareja con una pinta un poco rara. Eran de mi edad o quizá un poco mayores. Tenía gracia. Se les notaba en seguida que bebían muy despacio la consumición mínima para no tener que pedir otra cosa. Como no tenía nada que hacer, escuché un rato lo que decían. Él le hablaba a la chica de un partido de fútbol que había visto aquella misma tarde. Se le contó con pelos y señales, hasta la última jugada, de verdad. Era el tipo más plomo que he visto en mi vida. A su pareja se le notaba que le importaba un rábano el partido, pero como la pobre era tan fea no le quedaba más remedio que tragárselo quieras que no. Las chicas feas de verdad las pasan moradas, las pobres. (El guardián entre el centeno)
b) El muchacho sólo tenía dieciocho años, y el año anterior había terminado la enseñanza secundaria. Era alto y fornido para su edad, y únicamente sus facciones revelaban su juventud. Su piel estaba tan tostada como sólo el sol es capaz de tostar una epidermis, tenía esa nariz bien formada tan característica de los habitantes de una isla y los labios resecos y agrietados. Sus ojos azules eran muy claros, pero no era la suya la claridad del intelecto, sino ese don que el mar concede a quienes se ganan en él su sustento. A decir verdad, sus calificaciones escolares habían dejado mucho que desear. Aún llevaba la misma ropa con la que salía de pesca a diario, unos pantalones heredados de su difunto padre y una camiseta de lienzo basto. (El rumor del oleaje)
Ejercicio para la composición de un personaje literario
(Individual. Escrita) Invéntate un personaje que tenga los defectos de tu madre y las virtudes de tu padre, o al contrario, y ponle algún rasgo físico de alguno de tus hermanos o amigos.
Dótale de alguna manía, tic nervioso o gesto recurrente que lo distinga de cualquier persona. Descríbelo física y psicológicamente explicando en qué situación se le nota ese tic nervioso, gesto recurrente, manía y cómo la desarrolló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario