En un relato es importante el contenido (ritmo, personajes, bellas palabras…) pero ese contenido debe llevar implícito un continente, un espacio donde se desarrolla la trama, el pensamiento, la batalla, la acción: una casa, una habitación, una montaña, un campo de batalla, una persona…
Describir algo o alguien es expresar con palabras la visión del mundo que te rodea. En Literatura hay veces que el autor deja libre la percepción del lector, que se imagina a su forma dónde se está desarrollando la trama o cómo es la persona que nos conduce por las páginas, la persona a la que nos encontramos, etc.
Hoy nos centraremos en las personas. Describir una persona puede ser una excusa para tirar de tópico: bellos ojos, preciosa sonrisa, pelo rubio como el sol, dientes blancos como el mármol…
Los autores tratan de aportar algo nuevo cuando escriben y por ese motivo debemos huir de los tópicos, que no aportan nada y son considerados por el lector como una falta de recursos y de imaginación. Bajo mi modesta opinión, si vas a decir que tiene cuerpo de diosa, es mejor que no digas nada y dejes volar la imaginación del lector.
Es mejor sugerir que mostrar. Esa es mi conclusión (y la de otros muchos) al respecto.
Aunque también es cierto que una buena descripción de una persona ayuda a entender su forma de actuar o de pensar. Tenemos que decidir qué datos del personaje son los más relevantes para la descripción. Es decir, que nuestro comentario sobre ese aspecto aporte aspectos destacables sobre su personalidad y evitemos explicar cosas que no son necesarias.
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